¿Y si nos dejan en paz?
Los últimos días han sido particularmente intensos en temas de coyuntura nacional y aunque a estas alturas ya deberíamos de estar acostumbrados, la intensidad sólo va en aumento. Desde el 2015 no hemos tenido tregua y los últimos 18 meses han estado particularmente intensos, ¿llegará el día en que las preocupaciones y las necesidades de nuestro país puedan ser discutidas sin intereses políticos y partidistas de por medio? Yo ya estoy cansada, estoy cansada de tanta división, tanto odio, tanta fanfarronería, tanto oportunismo y sobre todo de tanta hipocresía.
En el 2015 los guatemaltecos nos unimos por una causa común, la lucha contra la corrupción. Reclamamos la plaza y alzamos nuestras voces, quienes lo vivimos recordamos la unión, la armonía, la pasión que nos unió. El sábado pasado se convocó a una manifestación por las mismas causas y recibió muy poco eco, ¿por qué? Considero que la causa que nos unió en el 2015 sigue tan viva como en ese entonces, tristemente quienes en su momento nos convocaron, o sea personas sin vínculos partidarios e ideológicos, hoy han perdido la credibilidad. Utilizaron la lucha contra la corrupción como un estandarte que han politizado y nos creyeron tontos, pensaron que no nos daríamos cuenta de sus artimañas y manipulaciones. Prostituyeron la plaza, además, muchos hemos sido testigos de los abusos, las injusticias y las ilegalidades que se han cometido en nombre de esta causa. No hay nada peor que la soberbia y esta los ha cegado, se han creído poseedores de la verdad absoluta y si bien los guatemaltecos seguimos hastiados de la corrupción ellos olvidaron las raíces, la idiosincrasia y sobre todo la esencia de este pueblo trabajador.
¿Creen que el padre que se ha quedado desempleado le preocupa a cuantos corruptos más van a meter a la cárcel? A ese padre a esas alturas ya le pasó la euforia del 2015 y lo que le preocupa es cómo alimentar a sus hijos. Escucha a los mismos repetir las mismas cosas, pero no ve cambios, sigue desempleado, vive la delincuencia, la falta de medicinas en los hospitales y le trae sin cuidado la conferencia de prensa del Ministerio Público y la CICIG en donde exponen a los sindicados a una condena mediática, pero los tribunales aún no dictan sentencias. Ese padre se pregunta por qué no capturan al extorsionista y al marero o por qué no obligan a los maestros a cumplir los días reglamentarios de clases porque sus hijos se están quedando atrás y el maestro se la pasa asistiendo a las marchas convocadas por Joviel.
En el interior las preocupaciones son tan diversas como sus habitantes, la corrupción que les preocupa es la del alcalde que vive como rey a expensas de la comuna, las carreteras que están deterioradas, la falta de agua potable, y hasta la lluvia que puede afectar sus cosechas. Esos padres sueñan con que sus hijos se vengan a la capital para que puedan tener mejores oportunidades o bien están juntando dinero para realizar la travesía hacia los Estados Unidos en busca de un futuro mejor. ¿En serio creen que a ese guatemalteco le preocupa si Iván Velásquez se larga o se queda? A ustedes les preocupa que se vaya o que se quede para mantener el status quo.
Y hablando de Iván Velásquez, el gran responsable de esta crisis gracias a su arrogancia y prepotencia. Un verdadero líder sabe en qué momento hacerse a un lado y dejar el trabajo a otros, la manera en la que se aferra al cargo es sospechosa, ¿tan bueno es el hueso que no lo quiere soltar? ¿No se da cuenta que a la fuerza ni el agua es buena? ¿O acaso cree que sin él la CICG va a fracasar? Y eso es peor aún, porque si el éxito o fracaso de la CICIG depende de su presencia, significa que los esfuerzos han sido en vano y él no ha sabido hacer bien su trabajo.
El presidente Morales mantiene su postura y el secretario Pompeo habla ahora de una CICIG reformada, al resto no nos resta más que seguir adelante y soñar con el día en que nos dejen en paz y dejemos ser los peones de la partida de ajedrez de los intereses internacionales.
Este artículo de fue publicado originalmente en el diario El Siglo, el 7 de septiembre de 2018. Puede ver el original acá.