Los ofendidos
Si algo caracteriza la época actual son las ofensas, es muy fácil ofender. Las ofensas están siendo llevadas a tal extremo que hasta da la impresión de que a los activistas de determinadas agendas les pagan por ofenderse. Pero no son solo los activistas, es una mayoría creciente de personas sin tolerancia y sentido común que alimentan esta tendencia. En realidad, están en todo su derecho a ofenderse, pero no están en su derecho de querer cambiar a toda una sociedad, sus costumbres, su cultura, su idiosincrasia y hasta su historia, porque a ellos les ofende la sola existencia de alguien que no comparta sus ideales e ideas.
Esta semana el Museo Metropolitano de Nueva York, publicó en su perfil de Facebook una pintura de la artista Cecilia Beaux (1855–1942), la pintura se titula Ernesta (La niña con su enfermera). En la misma podemos observar a la sobrina de la artista quien para ese entonces 1894, tenía alrededor de 2 años, junto a su nana. La niña se ve de cuerpo entero, mientras que de la nana solo se observa de la cintura para abajo. La nana tiene sujeta la mano de la niña y como indica el museo en su publicación: «La mano de Mattie (el nombre de la enfermera), sirve como un símbolo universal de protección y seguridad». Lo curioso de todo esto fue que las personas no tardaron en mostrar su ofensa ante una obra que fue pintada en siglo XIX, porque la nana sale cortada. Pierden de vista el simbolismo de la mano y, sobre todo, pierden de vista lo hermosa que es la pintura y el contexto histórico en el cual la obra fue creada. ¿Quisiera saber cuántas de estas personas tienen en su foto de perfil una fotografía en donde aparecen con las personas que, sin ser sus padres, les cuidaron cuando eran niños? Las celebridades de hoy en día suben a sus redes sociales fotos de sus hijos y la gran mayoría de estos tienen niñeras, ¿les están reclamando porque no suben la fotografía de los niños con la niñera?
Esto no es la primera vez que sucede y en nuestro medio ocurre constantemente, recordarán ustedes el famoso «María Chula» y otros más recientes. Los cuales prefiero no mencionar en este espacio, para no crear más polémica.
Hay una línea divisoria, no tan fina, entre causar ofensa y libertad de expresión. Sin embargo, es difícil ejercer una sin la otra. El problema son los extremos a los cuales se está llevando. Por eso para mí las acciones deben ser siempre más importantes que las intenciones. La excusa más común es, ¡no fue mi intención! Cuando en muchos casos es evidente que sí fue la intención. Aun así, debemos enfocarnos en las acciones para evitar caer en la censura moral de las intenciones ajenas. El derecho juzga las acciones, muchas personas han tenido deseos de asesinar a alguien, sin embargo, la ley sólo persigue y juzga a quienes cometen el delito.
Por lo tanto, en vez de andar censurando a diestra y siniestra, preguntémonos si la acción corresponde a un delito, o si quizá incita a un delito y no es simplemente una persona ejerciendo su derecho a expresarse libremente. Evidentemente lo estoy simplificando, pero creo que es una buena pauta para analizar estas situaciones.
Ahora bien, cada día es más común escuchar a personas acusar a quienes piensan diferente a ellas y ha aumentado el número de denunciarlos y bloqueos de usuarios en las redes sociales, simplemente porque opinan de forma distinta, y se está saliendo de control.
Para comenzar no comprendo por qué son tan masoquistas de seguir o tan siquiera leer a quienes les desagradan. Parece ser que lo que buscan es conflicto para demostrar su superioridad moral e intelectual. Y por lo general ocurre lo opuesto, porque esos argumentos difícilmente alcanzan un buen nivel porque nacen del hígado y no dé la razón. El insulto favorito para quien piensa distinto es «trol» o «netcentero», descalificando por completo al individuo por el simple hecho de disentir. Con esto no quiero decir que no existan perfiles falsos, los hay. Pero es imposible que sean todos aquellos a quienes se les acusa diariamente. Pareciera entonces que todos somos un netcenter a los ojos de estos intolerantes.
Y esto en realidad es una forma de censura, así como censuran los libros y las obras de arte, pretenden censurar todo aquello que les incomoda y a toda persona que ejerza su derecho a expresarse libremente. En vez de respetar la diversidad que tanto aclaman buscan una homogeneidad que está acabando con la individualidad.
Este artículo de fue publicado originalmente en el diario El Siglo, el 23 de marzo de 2018. Puede ver el original acá.