Destruir el pasado
Cada día se impone con más fuerza la corriente que busca destruir el pasado, con el pretexto de la reivindicación. Se busca anular aquello que nos incomoda. Hay una célebre frase que se le atribuye a Nicolás Avellaneda, que versa, «Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla (tomada de Cicerón)». Algunos historiadores, niegan esta afirmación, y estoy parcialmente de acuerdo. La historia nunca se repite igual, es imposible. Hitler, Stalin, Torquemada, Genghis Khan, etc., ya están muertos. Pero eso no impide que otros peores o mejores que ellos estén por venir. Y por ello, es importante estudiar la historia. Mas no aquella historia que se acomoda a la ideología y a la agenda política. Sino más bien, la historia que presenta ambos lados de la moneda, con lo bueno, lo malo y lo feo.
El documental “Under The Sun” del cineasta Vitaly Mansky. Nos muestra cómo la propaganda oficial en Corea del Norte es creada y como los niños estudian la versión oficial de la historia. Lo irónico, es que en el mundo occidental está sucediendo lo mismo y sin la necesidad de tener un dictador como Kim Jong-un. La tecnología nos permite tener acceso tanto a las versiones oficiales como a las no oficiales, podemos por nosotros, mismos analizar los hechos narrados por distintos interlocutores y sacar nuestras propias conclusiones. Tristemente, muchos prefieren seguir la versión que no los incomoda, aquella que valida sus creencias, sin importar cuál sea la verdad.
Desde los incidentes ocurridos en Charlottesville, en los Estados Unidos, ha comenzado una campaña para la destrucción de las estatuas confederadas, la misma se está extendiendo a todo aquello que es políticamente incorrecto. Como sucedió con la estatua de Fray Junípero Serra, que apareció decapitada en Santa Bárbara, California, por genocida. Lo que ignoran quienes la destruyeron es que este fraile luchó por los derechos de los indios. Daesh hace exactamente lo mismo en cada territorio que ocupa, y eso ya nos costó a la civilización occidental la destrucción de la ciudad romana de Palmira y tantos otros tesoros que son parte la historia de la humanidad, nuestra humanidad. Ilusamente creen que están haciendo historia, al destruirla.
En Guatemala, vamos por el mismo camino y no es que tengamos muchas estatuas para derribar, pero se está intentando cambiar la historia. Como lo está evidenciando la crítica al cineasta guatemalteco, Kenneth Müller, por motivo de su nueva película, «Septiembre: un llanto en silencio». La película narra lo ocurrido a su familia. Específicamente el terrible atentado terrorista perpetrado por la guerrilla el 5 de septiembre de 1980, cuando hicieron estallar bombas en diferentes puntos de la capital, incluyendo el Parque Central. A Müller se le acusa de atacar a la guerrilla y defender al ejército, pero él dice una gran verdad, «la historia que cuentan a los jóvenes es de las atrocidades que cometió el ejército y obvian las que cometió la guerrilla». Aprendamos a vivir con la historia, con la que nos gusta y con la que no, y sólo así podremos evitar que se den las mismas condiciones para que suceda algo similar o peor.
Este artículo de fue publicado originalmente en el diario Siglo.21, el 29 de septiembre de 2017. Puede ver el original acá.
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