La moral

Hablar de moral es complicado, ¿qué es la moral?, ¿qué determina la moral?, ¿es objetiva o subjetiva? Es un tema que ha ocupado a filósofos y pensadores a lo largo de la historia.  Se define como moral a una «disciplina filosófica que estudia el comportamiento humano en cuanto al bien y el mal. Y también al conjunto de costumbres y normas que se consideran buenas para dirigir o juzgar el comportamiento de las personas en una comunidad».

La moral es muy difícil de juzgar, y el derecho juzga las acciones no las intenciones. Evidentemente la infracción de normas morales, en muchos casos, tiene como resultado que se cometa un delito penado por la ley. En el caso de los matrimonios infantiles, es bastante claro. En algunas culturas es algo aceptado, pero para la mayoría es una inmoralidad casar a un menor de edad con un adulto, y constituye un delito.

Todos hablamos de la moral y me atrevería a decir que la mayoría hemos juzgado acciones inmorales. Pongamos el ejemplo de la persona que comete una infidelidad a su pareja, eso es considerado un acto inmoral para quienes se han comprometido a llevar una relación monogámica. ¿Qué sucede si la pareja lo sabe y lo acepta por temor a perder a su pareja? ¿No creen ustedes que aceptarlo, esa actitud pasiva es de igual forma un acto inmoral? Al no hacer nada aceptamos implícitamente la inmoralidad. Es lo mismo cuando vemos que el vecino se está robando el cable y no lo reportamos, para no «meternos en problemas» con los vecinos. O cuando un compañero de trabajo se roba insumos de oficina y nos hacemos de la vista gorda. Esa «no acción» da un consentimiento tácito. Es muy fácil llamar inmoral y delincuente a alguien, pero ese no actuar nos convierte en cómplices de la inmoralidad e inclusive de un delito, si no es denunciado. Esto se ve mucho en casos de abuso sexual a menores y no lo digo por el menor, sino por los adultos a su cargo.

Cité los ejemplos anteriores, porque es muy fácil darnos baños de pureza, pero en realidad son muy pocos quienes actúan acorde a sus principios morales y denuncian estos hechos. Y en una sociedad como la nuestra, dónde se aplauden este tipo de conductas inmorales, es un tema aún más complejo. La pareja víctima de la infidelidad dirá que acepta la situación o no dice nada porque no quiere perder a su pareja o la estabilidad, o que lo hace por amor, por su hogar, o sus hijos, etc. Y es comprensible, pero lastimosamente eso es consentir un acto inmoral, por más víctima que se sienta de la situación.  La gran mayoría finge demencia ante estas situaciones, —si me hago el tonto, el que no tengo conocimiento, es más fácil librarme de las consecuencias—, piensan.

Y de esta forma llegamos a los actos de corrupción, de los cuales, si los aceptamos y nos volvemos partícipes, somos tan inmorales y corruptos como quienes los cometen.

Por lo tanto, la próxima vez que decida quedarse callado, aceptar y no actuar, al menos reflexione y sea consciente de que es usted un inmoral y un cómplice.

Imagen cortesía de Ryan McGuire.

Este artículo de fue publicado originalmente en el diario Siglo.21, el 11 de agosto de 2017. Puede ver el original acá.

Escritora independiente, columnista, bibliófila y entrevistadora del programa A las 8:45 por Canal Antigua.