Teresa y el pirata

 

Cuando Teresa tenía cinco años su mamá la abandonó y se quedó sola con su padre. Teresa nunca supo si su padre bebía porque su mamá los había abandonado o si ella los abandonó, porque él bebía mucho.

Era una niña flacucha, de ojos muy grandes y despiertos color miel. Tenía las piernas largas y todos los niños le decían que se parecía a «Pippi Calzaslargas», porque su cabello era rojizo, tenía pecas y se peinaba con trenzas.

Su vida era muy solitaria y triste, cuando su padre no le recriminaba por la ausencia de su madre, la ignoraba. Y las mujeres que su padre llevaba a casa la trataban con desprecio. Su casa era vieja, sucia y descuidada. Sólo su habitación estaba limpia y ordenada. Una vez intentó ordenar y limpiar la casa, pero su padre le dio una bofetada y le dijo que ella lo hacía porque se avergonzaba de él. Lo cual era cierto y Teresa no volvió a intentarlo.

Cuando Teresa tenía 9 años y caminaba de regreso de la escuela, encontró frente a una casa muy hermosa, al lado del basurero, varias cajas con muchos libros. Por curiosidad buscó en su interior y encontró un libro de pasta amarilla muy desgastada que tenía la ilustración de un niño flacucho como ella, y a su lado un viejo pirata con pata de palo y un perico en el hombro. El libro fue como un imán, se sentía atraída, quería llevárselo. El libro olía a viejo, pero no apestaba, era un olor a vainilla. Abrazó el libro pegado a su cuerpo y cerró los ojos sin saber qué hacer, quería leer ese libro, pero no sabía si debía llevárselo. En ese momento el dueño de la casa llegó y la sorprendió, ella dejó caer el libro en la caja y se alejó corriendo, pero el hombre corrió tras ella y la detuvo. —¿Te gusta ese libro? —preguntó. Ella asintió con la cabeza. —No tengas miedo, no hacías nada malo. Dejé esos libros ahí para que cualquiera que desee se los lleve, son los más desgastados y apolillados. El resto los doné a una biblioteca. —le dijo.

Caminaron juntos hacia las cajas y él seleccionó tres libros que consideró podrían gustarle y ella tomó el del pirata y el niño. Luego de agradecer al hombre por los libros, Teresa los guardó en su mochila. Al llegar a casa se encerró en su cuarto y los escondió en el fondo de una de las gavetas de su armario. Por alguna extraña razón tenía miedo que su padre descubriese los libros.

La historia del pirata y el niño la cautivaron. Nunca había leído una historia con la que se identificara tanto, esta no era una historia de princesas que lo único que hacían era conseguir un príncipe como marido. Ella se sentía Jim, ¡era Jim! Mientras que el pirata John Silver El Largo, la hizo meditar mucho. Al inicio, al igual que Jim, lo admiró y quería creer en él. Y luego sintió la traición, en cierta medida el pirata le recordaba a su padre.

Y de esta forma Teresa no volvió a sentirse sola, los libros se volvieron sus amigos y los personajes de estos, sus compañeros de juego imaginarios. Pasaba horas inventando diálogos en su cabeza y desarrollando las aventuras que viviría a su lado.

Por eso no es de extrañar que Teresa sea hoy, una escritora de libros infantiles.

Escritora independiente, columnista, bibliófila y entrevistadora del programa A las 8:45 por Canal Antigua.

2 Comments

  1. A diferencia de las lúgubres y pesadas lecturas que nos obligaban a leer en el colegio, tu talento literario ofrece un reflejo más genuino de la realidad. El contraste entre tu creatividad y la de otros escritores frustrados con falsa conciencia social es muy claro: la esperanza en un mejor mañana.

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