¿Racismo o apropiación cultural?
María Chula se ha convertido en un fenómeno social, algo que comenzó con una denuncia y una disculpa, terminó en un debate social a gran escala. El mismo evidenció el descontento general de la población por la medida de CODISRA en contra la empresaria María Andrea Flores, por considerar el nombre de su empresa «María Chula», como peyorativo y discriminativo en contra de las mujeres indígenas.
Quienes defienden la postura de CODISRA critican a la población indignada, con la acostumbrada superioridad intelectual que los caracteriza. Como es habitual, hicieron uso de su adornada semántica y citaron a todo filósofo y humanista que valide su postura. Lo traduzco y resumo para ustedes, «Somos racistas por ignorancia, lo hacemos por costumbre. La intención de racismo no cuenta, porque somos racistas y por consiguiente lo hacemos de forma inconsciente». Por lo tanto, ellos, en uso de su superioridad moral e intelectual, nos evidencian nuestras carencias humanas e intelectuales. Su postura arrogante me recordó a esta frase que leí en el libro «Hombres buenos» de Arturo Pérez-Reverte, «Son parásitos retóricos que se nutren de ellos mismos, intercambiando vanidades y favores».
Según esta línea de pensamiento, María Andrea Flores, actuó deliberadamente al poner un nombre racista a su empresa. Ella es culpable de racismo, porque al igual que el resto, somos racistas de forma inconsciente. Sin embargo, el guatemalteco no se dejó y en este caso no silenció. Exaltó la voz y está defendiendo no su racismo, sino su identidad cultural. Y he aquí el tema que en lo personal me parece el tema central. El adjetivo «chula, lo» (bonita, bonito), es algo que nos apropiamos culturalmente, que nos define como sociedad, que nos da una identidad. Que vengan a cuestionarnos su significado y nuestra intención, generó indignación y enojo. ¡Nos están robando nuestra identidad!
CODISRA luego explicó que era el contexto, vender ropa con motivos típicos y utilizar el nombre propio «María» y el adjetivo «chula», lo que es racismo. Curiosamente circuló en redes la imagen de una empresaria indígena cuyo negocio se llama «Chuladas». ¿Qué ironía no? ¿También es racismo? ¿O por ser la propietaria indígena, no aplica?
¿Qué sucede si me dirijo a una indígena y le digo «mija»? Otro término muy chapín, que, sacado de contexto, se podría decir que es una expresión racista porque conlleva un paternalismo implícito.
No voy a negar que en Guatemala existe racismo, lo hay, como lo hay en todos los países del planeta, en mayor o menor grado. Pero este tipo de acciones solo abren más la brecha y ridiculizan un tema que debe ser tratado con seriedad.
Lo único que van a lograr es que las personas con tal de no meterse en problemas, evadan lo indígena y que como consecuencia se pierda de la cultura.
Para cuando traten de echar marcha atrás será demasiado tarde y por supuesto que nos acusarán de haber perpetuado un «genocidio cultural», en contra de la cultura indígena.
Este artículo de fue publicado originalmente en el diario Siglo.21, el 21 de julio de 2017. Puede ver el original acá.