Ser honesto

Honestidad - Thomas Jefferson
Honestidad – Thomas Jefferson

La honestidad es uno de los valores humanos más importantes. La única forma de ser honestos con los demás es aprender a serlo con nosotros mismos y ahí, radica el reto.

Hace unas semanas hablaba con R acerca de las relaciones, y él me preguntó, “¿Cómo reconoces a la persona correcta? ¿Cómo sabes reconocerla cuando la tienes frente a ti?”  Mi respuesta en ese momento fue, “no sé”.

Esa noche no podía dormir y la pregunta me daba vueltas y vueltas en la cabeza.  Pasaron alrededor de dos semanas, cuando de repente la respuesta vino a mí: honestidad.

Si soy honesta conmigo misma y reconozco mis fortalezas y debilidades, sabré lo que en realidad quiero y lo que no quiero en mi vida.  Eso hará más fácil reconocer a la persona indicada cuando llegue a mí.  Podré ser honesta al analizarla, con sus virtudes y defectos. Las virtudes, que siempre son fáciles de ver al inicio, pero los defectos, que más bien los llamaría valores o prioridades diferentes, son más difíciles de identificar.  Sobre todo porque al inicio de una relación, mostramos todo lo mejor y tendemos a idealizar a la otra persona, fijándonos únicamente en sus cualidades.

Al momento de descubrir mi respuesta,  le envié un mensaje a R. Le ha de haber hecho mucha gracia el hecho de que me había dejado pensando por tanto tiempo,  y como parte de comenzar a ser honestos, tenía que compartirle «mi» respuesta. Digo «mi» respuesta, porque no sé la fórmula mágica para cada uno de ustedes.

Por alguna razón, mi “momento ajá” me hizo recordar el libro «Orgullo y Prejuicio» de Jane Austen. Un clásico de la literatura inglesa y un clásico del romance. La obra ha sido adaptada para la TV, teatro y cine en innumerables oportunidades. La más reciente adaptación cinematográfica fue con la actriz Keira Knightley en el papel de la protagonista Elizabeth Bennet.

 Me dí cuenta por primera vez que la relación de Darcy con Elizabeth, se basa desde el comienzo en la honestidad. Elizabeth es honesta al reconocer desde un inicio, que desprecia al soberbio Darcy y todo lo que él representa. Lo mismo le sucede a Darcy con Elizabeth. Sin embargo cuando él le propone matrimonio la primera vez, lo hace con tal honestidad que termina siendo la estupidez mas grande que pudiera hacer.  “– He luchado en vano. Ya no puedo más. Soy incapaz de contener mis sentimientos. Permítame que le diga que la admiro y la amo apasionadamente. … Se explicaba bien, pero no sólo de su amor tenía que hablar, y no fue más elocuente en el tema de la ternura que en el del orgullo. La inferioridad de Elizabeth, la degradación que significaba para él, los obstáculos de la familia que el buen juicio le había hecho anteponer siempre a la estimación. Hablaba de estas cosas con un ardor que reflejaba todo lo que le herían, pero todo ello no era lo más indicado para apoyar su demanda. … el lenguaje que éste empleó luego fue tan insultante que toda la compasión se convirtió en ira.  … – También podría yo replicó Elizabeth- preguntar por qué con tan evidente propósito de ofenderme y de insultarme me dice que le gusto en contra de su voluntad, contra su buen juicio y hasta contra su modo de ser”.

¿Cómo le dices a la persona a quien le estás proponiendo matrimonio que consideras a su familia como inferior y que estar con ella será una degradación para él, pero que aun así la amas?

Al final de la novela, como es de esperarse, terminan juntos y felices en una relación  basada en la honestidad.   Se enamoran, aceptándose mutuamente, con sus virtudes y debilidades, estableciendo una relación sólida, sin mentiras, juegos o engaños.

En el romance solemos utilizar muchos juegos y engaños. Las primeras dos semanas, quizás sean divertidos, pero después de ese período es mejor dejarlos a un lado, para darnos la oportunidad de conocernos como somos en realidad.  De lo contrario, seguimos jugando y engañando…y de ahí,  nos preguntamos  ¿Por qué cambió tanto?  Cuando las personas rara vez cambian, lo que cambia es nuestra percepción de la realidad.

Volviendo a Orgullo y Prejuicio, ¿Recordarán cuando Mr. Collins le ofrece matrimonio a Elizabeth? Ella lo rechaza, ¿Qué responde él? “– Sé de sobra -replicó Collins con un grave gesto de su mano- que entre las jóvenes es muy corriente rechazar a las proposiciones del hombre a quien, en el fondo, piensan aceptar, cuando pide su preferencia por primera vez, y que la negativa se repite una segunda o incluso una tercera vez. Por esto no me descorazona en absoluto lo que acaba de decirme, y espero llevarla al altar dentro de poco. -¡Caramba, señor! -exclamó Elizabeth-. ¡No sé qué esperanzas le pueden quedar después de mi contestación! Le aseguro que no soy de esas mujeres, si es que tales mujeres existen, tan temerarias que arriesgan su felicidad al azar de que las soliciten una segunda vez. Mi negativa es muy en serio. No podría hacerme feliz, y estoy convencida de que yo soy la última mujer del mundo que podría hacerle feliz a usted.”

Ella estaba siendo honesta, no estaba interesada en él,  pero él pensó que era un juego.

Orgullo y Prejuicio fue publicado hace 200 años (el 28 de Enero de 1813), sin embargo es tan actual el día de hoy, como lo fue en el pasado y por eso es considerado como uno de los grandes clásicos de la Literatura. Las cosas no han cambiado para nada en 200 años.

La honestidad sigue siendo la base de una relación sólida, pero jugar y  engañar sigue estando vigente, y lo único que es seguro que termina causando, es mucho dolor.

 Otra parte del libro que merece ser mencionada como una muestra de la honestidad hacia uno mismo, es la respuesta que Charlotte Lucas, (la mejor amiga de Elizabeth) le da a Elizabeth cuando ésta reacciona negativamente ante la aceptación de Charlotte a casarse con Collins. “Sabes que no soy romántica. Nunca lo he sido. No busco más que un hogar confortable, y teniendo en cuenta el carácter de Collins, sus relaciones y su posición, estoy convencida de que tengo tantas probabilidades de ser feliz con él, como las que puede tener la mayoría de gente que se casa.”

Charlotte es una persona pragmática y ella no considera el amor como la base para un matrimonio. Pero más que nada Charlotte, es honesta consigo misma. Sabe lo que quiere y que Collins puede dárselo, por lo cual acepta su proposición de matrimonio.  Ella está satisfecha con su compromiso porque no considera el matrimonio como una fuente de felicidad. Este tema es tratado ampliamente en el libro “Comprometida: Una historia de amor” de Elizabeth Gilbert la autora del aclamado libro “Comer, Rezar, Amar”.

La pregunta siguiente es ¿cómo logramos ser honestos con nosotros mismos? K, una miga muy espiritual me dió la respuesta: «aprendiendo a estar solo» al menos media hora al día.  No es necesario meditar estrictamente, es aprender a disfrutar un rato de soledad, para encontrarnos con nosotros mismos, conocernos, saber qué nos gusta o qué nos disgusta y aceptarnos  y querernos tal cual somos.    Si estamos todo el día rodeados de gente, tratando de llenar las expectativas que puedan tener de nosotros, difícilmente podremos llegar a descubrirnos.

Desgraciadamente, la mayoría de las personas no saben lo que quieren y prefieren vivir engañadas. ¿Cuantas personas no son infelices porque están con la persona incorrecta? Su cobardía y su falta de honestidad consigo mismos les mantiene atados a relaciones que no les están haciendo crecer como personas. Como consecuencia, cada día son más populares los antidepresivos, los terapeutas y los gurús espirituales. Parece mentira que la gente tenga que ir con estos últimos para que les digan lo que la simple lógica y el sentido común les podría decir; o bien seguir las sabiduría del Oráculo de Delfos,  “Conócete a ti mismo”.

La honestidad no es sólo importante en el amor y en las relaciones personales, lo es en todos los aspectos de nuestra vida. Y la primera persona con la que debemos comenzar a ser honestos, es con nosotros mismos…. ¡Gracias por leerme y espero sus honestos comentarios!

Escritora independiente, columnista, bibliófila y entrevistadora del programa A las 8:45 por Canal Antigua.